La batalla de Trafalgar.
La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre del año
1805 a la altura de cabo Trafalgar (Cádiz), enfrentándose la flota
británica, comandada por el almirante Horacio Nelson, contra una flota
combinada franco-española bajo el mando del almirante Vileneuve. Fue la
última gran acción de guerra en el mar de este periodo, perdiéndose al
rededor de 5.000 vidas y 15 buques (esto último principalmente a causa del
temporal del SW que se desató sobre los maltrechos buques al día siguiente)
y sus consecuencias se prolongaron mucho más allá de las guerras
napoleónicas.
Comienzo de la batalla
Titubeos de Villeneuve:
El siglo XVIII presenció la lucha continua entre España, Francia e
Inglaterra por la hegemonía atlántica. La Revolución Francesa de julio de
1789 supuso un paréntesis y la alianza de todas las monarquías contra la
Francia revolucionaria (Inglaterra, Austria y España le declaran la guerra
en el año 1793) hasta que en el año 1796 España y Francia firman el tratado
de San Ildefonso, que en la práctica supuso la imposición de los criterios
de Napoleón ante la capacidad y superioridad de su ejército. En esa época
reinaban Carlos IV y su esposa María Luisa, siendo Godoy su favorito.
Napoleón quería invadir Gran Bretaña y para ello debía dominar el canal de
la Mancha. Ordena que toda su flota se concentre en Bretaña. El 30 de marzo
del 1805 el almirante Villeneuve logra romper el bloqueo británico en Tolón,
y tratando de unirse al resto de la flota francesa pone rumbo a las
Antillas. En Cádiz se
incorporó parte de la flota española bajo el mando del almirante Francisco
Gravina. El resto de la flota francesa queda bloqueada en Brest y otros
puertos. Nelson tuvo conocimiento de la marcha de Villeneuve el 10 de abril
y comenzó una persecución a lo largo del Atlántico. Después de un
enfrentamiento, el 22 de julio, a la altura de Finisterre, contra e
almirante Calder y su escuadrón de 15 navíos (apresó dos buques franceses y
hundió a los españoles San Rafael y Firme) la flota combinada
fondea en Vigo. El día 13 de agosto se les une Cosme Damián de Churruca en
el San Juan Nepomuceno, comandando una flota de otros nueve navíos.
Se hacen a la mar y el almirante Villeneuve, tras titubear ante la orden de
partir hacia el canal de la Mancha (presumiendo la presencia de Nelson en la
zona), decide poner rumbo a Cádiz, adonde arribaron el 20 de agosto,
demorando la posible invasión de Inglaterra. Parece ser que Villeneuve
recibe el 14 de septiembre la orden de dejar Cádiz y proceder a Nápoles pero decide
permanecer en la ciudad. Ese mismo día Nelson parte de Porstmouth con la
intención de unirse a la flota de Collingwood, que ya bloqueaba el puerto de
Cádiz. El 28 de septiembre llegó al golfo de Cádiz. Y comenzó la espera.
Estrategia de Nelson:
Nelson había concentrado su flota de 27 buques a unas 50
millas al oeste de Cádiz, manteniendo un sistema de aprovisionamiento con
base en Gibraltar y
manteniendo una cadena de comunicación basado en señales visuales (código de
banderas) entre sus fragatas. Ya el 9 de octubre Nelson reunió a sus
capitanes y les explicó su plan. Los buques formarían en dos columnas, con
Nelson al mando de una y Collingwood de la segunda. La primera atacaría
perpendicularmente hacia el centro de la línea enemiga (formación en fila,
la habitual en el combate naval entonces) y la segunda, próxima a la
anterior, a la parte posterior de la misma línea. Esa táctica, valiente por
cuanto supone aguantar el fuego enemigo hasta alcanzarlo, permitía:
Historia de un desastre:
Mientras tanto, en Cádiz, y tras enterarse de la decisión de
Napoleón de sustituirle por el almirante Rosily, Villeneuve resuelve hacerse
a la mar el sábado 19 de octubre y así se lo hace saber a Gravina. Su
intención es dirigirse hacia el Mediterráneo. Los mandos es pañoles
desaconsejaron esa decisión. Historiadores y escritores parecen coincidir en
que dicha decisión era un tremendo error ante al superioridad británica, no
en número de navíos, sino en la preparación de las tripulaciones, además de
estar mejor pagados. Se estima que la cadencia de tiro inglesa era tres
veces más rápida que la de la flota combinada. A pesar de ello, y ante
cierta apatía por parte de quienes debían defender los intereses de España,
el 19 se hicieron a la mar parte de los buques, con tan mala suerte que
debido a una en calmada la salida de Cádiz ya fue un pequeño desastre,
debiendo quedar fondeados. En ese momento fueron avista dos por la fragata
inglesa Sirius, que izó la señal "370" (Enemy’s ships are coming
out of port) y toda la flota inglesa lo supo. El día 20 toda la flota
combinada consiguió hacerse a la mar y puso rumbo al SE. Al amanecer del 21
la flota inglesa fue avistada por la fragata francesa Hermione y
Villeneuve da arden de regresar a Cádiz. Nuevo error la maniobra es
complicada y lenta (el viento es flojo del NW) y la fila que se mantenía a
duras penas (a recordar la mala preparación de las tripulaciones) quedó
deshecha, ocupando unas cinco millas de longitud. Son las diez de la mañana
y Churruca que queda al final de la fila observa la maniobra inglesa y
comprende que la única solución es ordenar a los primeros buques de la flota
combinada que vuelvan a virar. Pero esa orden llegó tarde y además fue casi
desobedecida por el francés Dumanoir, cuya actitud fue estudiada en consejo
de guerra (el cual no encontró razones para castigarlo).
Final de la batalla:
A las 11:48 Nelson izó un mensaje que decía: England
expects that every man will do his duty. La batalla comenzó hacia el
medio día y duró hasta las seis de la tarde, aproximadamente, cuando el
navío francés Achille explotó. La táctica que daba ventaja numérica a
los ingleses hizo que poco a poco los buques de la flota combinada fuesen
cayendo bajo el fuego de dos o más enemigos. Además, la formación en fila de
la flota combinada no era tal fila, quedando varios navíos mal colocados sin
poder entrar en combate. Sirva como ejemplo el texto de Cayetano Valdés,
comandante del Neptuno (a señalar que había tres Neptunos, uno
por cada país) sobre el San Juan de Nepomuceno:
Doblada la
retaguardia, fue puesto entre dos fuegos por dos navíos enemigos, los dos
de tres puentes (Belleisle y Tonnant). La defensa del
Nepomuceno, y el empeño de los enemigos por rendirle, fue de lo más
obstinado que cabe. A las tres y media de la tarde se hallaba este navío
sin gobierno, desarbolado de todos sus masteleros; acribillados sus palos;
velamen y costados, con siete balazos a lumbre de agua, cordadas casi
todas sus jarcias, inutilizados 19 cañones, y con más de la tercera parte
de la tripulación fuera de combate. Sin embargo, seguía su vigorosa
defensa, resuelto su comandante y segundo Cosme Churruca y Francisco Moyua,
a perecer antes que rendirse. Ambos murieron en el acto de combate, por
sus heridas, y aunque el teniente de navío Joaquín Núñez, que los
sustituyó, siguió la defensa durante media hora, mas convencido de ser
inútil, y un sacrificio infructuoso el que se hacía impunemente de los
restos de tan valerosa tripulación, desesperanzado de ser socorrido, y
aumentados los daños hasta quedar casi destrozado, se rindió con acudo de
su oficialidad al navío Dreadnought. Tuvo 120 hombres muertos y 175
heridos. Los ingleses quedaron asombrados de la defensa de este navío y
aseguraban que se había batido de un modo que no había ejemplo.
El Santísima Trinidad, de 136 cañones, uno de los objetivos de Nelson
por ser el mayor navío de línea jamás construido, se fue a pique esa noche
mientras era remolcado por otras tres buques ingleses. A bordo quedaron 80
heridos no pudiendo hacer nada por ellos. El Príncipe de Asturias, a
bordo del cual iba Gravina, hubo de ser socorrido y remolcado a Cádiz con el
almirante herido. (Germán Sarasúa)
(*) La
actuación de Calder, que aparente mente huyó debido a los daños sufridos en
sus buques, fue duramente criticada en su país, debiendo aclarar su
actuación ante un juzgado militar (poco antes de la batalla de Trafalgar
hubo de regresar a Gran Bretaña a bordo del navío Prince of Wales, de
98 cañones).
La flota británica incorporaba tripulantes por tres vías: el voluntariado,
un sistema de cuota municipal o local y otro semejante al de la leva
española (estos últimos solían hacerse voluntarios posteriormente). Pero en
cualquier caso estaban mucho mejor pagados y se respetaban escrupulosamente
los beneficios por las capturas de otros buques. Sirva como ejemplo que
hasta el año 1808 el comandante de la nave obtenía 3/8 del premio y el resto
se repartía entre el conjunto de la tripulación. Ese año, dicha proporción
fue modificada, obteniendo el comandante 2/8 a partir de entonces.
Comienzo de la supremacía inglesa en la mar:
La batalla supuso la muerte de Nelson (a causa de un disparo
desde la cofa del Bucentaure francés), el suicidio posterior de
Villeneuve, la muerte de Gravina en Cádiz a los pocos meses como
consecuencia de las heridas sufridas en combate, la de Churruca y así hasta
casi 5.000 personas. Hubo más de 4.000 heridos y se perdieron 15 buques a
causa de un temporal posterior que hundió parte de la maltrecha flota. Los
ingleses echaron todos los muertos al mar pero conservaron el cuerpo de
Nelson. El oficial inglés, que entró en la cámara de Churruca y al descubrir
su cuerpo exánime dijo: Varones tan ilustres como éste no deberían estar
expuestos a las resultas de un combate, sino que su vida debería guardarse
para el progreso y adelanto de la humanidad. Devolvieron sus
pertenencias y su buque, el San Juan Nepomuceno, fue remolcada a Gibraltar y durante
muchos años la cámara se conservó cerrada con una placa en la que se leía en
letras de oro el nombre de Churruca, y si algún visitante entraba se le
advertía que entrase descubierto. Los náufragos de aquella batalla y
posterior temporal fueron atendidos por las poblaciones del litoral
gaditano, sin distinción de nacionalidad, siendo así reconocido por las
autoridades británicas. Nunca más Napoleón intentó invadir Inglaterra,
fijando sus ojos en el este de Europa. Se señala esta batalla como el
comienzo de la decadencia de España, a partir de la cual no pudo defender
sus intereses de ultramar. Y por último, se inicia el periodo de la
dominación marítima de Gran Bretaña hasta bien entrado el siglo XX, sólo
puesta en entredicho por Alemania durante la Primera Guerra Mundial.
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